martes, 6 de noviembre de 2012

Dictadura militar


El Régimen Militar es el nombre con el que se conoce al período de la historia de Chile comprendido desde el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990, durante el cual dicho país estuvo bajo una dictadura militar encabezada por el General Augusto Pinochet y los otros comandantes de las Fuerzas Armadas, que establecieron una junta de gobierno tras el golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional del presidente Salvador Allende. Pinochet, comandante en jefe del Ejército asumió el liderazgo de la junta militar de gobierno compuesta inicialmente por José Toribio Merino, Gustavo Leigh, y César Mendoza en representación de la Armada, Fuerza Aérea y Carabineros, respectivamente.

Tras el golpe, fueron cometidas sistemáticas violaciones a los derechos humanos,registrándose al menos 28.259 víctimas de prisión política y tortura4 2.298 ejecutados y 1.209 detenidos desaparecidos.5 Se limitó la libertad de expresión, se suprimieron los partidos políticos y el Congreso Nacional fue disuelto. Políticamente, el régimen se caracterizó por un modelo autoritario de gobierno.6 Aunque originalmente tuvo un neto carácter militar, con el paso de los años fueron incorporándose colaboradores civiles al gobierno.

Durante este período, Chile experimentó una importante transformación económica, política y social. En lo estrictamente económico significó un cambio radical de orientación del papel del Estado de un rol productor e interventor, a uno de tipo subsidiario, inspirado en las doctrinas económicas neoliberales. En lo social significó el dominio sin contrapeso de los sectores empresariales, el aumento sostenido de la desigualdad de ingreso, junto con un incremento en la precariedad e inestabilidad laboral de los sectores asalariados. En lo cultural, dio lugar al denominado "apagón cultural", caracterizado por la represión y autorrepresión de ciertas manifestaciones culturales consideradas contrarias a la línea oficial.

En 1980, tras un irregular plebiscito, fue aprobada una nueva constitución en la que Pinochet reafirmaba su cargo como presidente mientras la junta de gobierno se limitaba al poder legislativo. El texto constitucional estableció también una serie de disposiciones que, eventualmente, permitirían el retorno a la democracia como consecuencia del resultado del plebiscito del 5 de octubre de 1988. En dicho plebiscito, el pueblo chileno le denegó a Pinochet un nuevo mandato y, en consecuencia, se celebraron elecciones presidenciales democráticas. La dictadura militar llegó a su fin el 11 de marzo de 1990, cuando Augusto Pinochet entregó el poder a Patricio Aylwin. Ese día terminó el Régimen Militar y se dio inicio al período de la historia de Chile conocido como la transición a la democracia.


El plesbicito de 1988

ya a finales del régimen militar, la gran mayoría de la oposición había optado por una estrategia de transición democrática. Las protestas disminuyeron y la Alianza Democrática no quiso participar en ninguna nueva. Entre las razones de esta actitud estaba el acercamiento de la fecha del plebiscito.


Los opositores decidieron seguir las reglas impuestas por la Constitución de 1980, iniciando la normalización de los partidos políticos. El primero en formarse fue Renovación Nacional, que unía los grupos de Unión Nacional de Andrés Allamand y los gremialistas de Jaime Guzmán, más la mayoría de las personas afines al gobierno militar. Pronto este partido se separaría, tomando ruta propia los gremialistas de Guzmán con el nombre Unión Demócrata Independiente.

Entre los opositores tomaron cuerpo la Democracia Cristiana, el Partido Socialista (unificado de facto, después de la división de los grupos de Ricardo Núñez y Clodomiro Almeyda) y el Partido Por la Democracia, que originalmente sería solo instrumental, o sea para los opositores izquierdistas al régimen que no se sintieran identificadas con el PS, que después del plebiscito debía disolverse, sin embargo permaneció su existencia, debido a éxitos electorales, convirtiéndose rápidamente en uno de los partidos socialdemócratas más importantes del país.

A pesar de la inscripción, muchos consideraron que realizar el plebiscito sería ridículo, pues nunca se había visto que un régimen autoritario renunciara al poder pacíficamente por elección popular. El primero en decir sí al plebiscito fue Patricio Aylwin Azócar, ejemplo que siguieron prontamente el socialismo y el PPD. Todo esto ocurre comenzando el año 1988, mientras el régimen ablanda su postura y permite el regreso de muchos exiliados, además de terminar después de casi 15 años, el toque de queda.

El plebiscito queda fijado para el 5 de octubre de ese año, proclamando la junta el 30 de agosto a su candidato, Augusto Pinochet. La oposición se agrupa en la Concertación de Partidos por el No, que agrupa a todos los partidos opositores, excepto los extremistas.

A diferencia del plebiscito anterior, ahora sí se constataban los registros electorales, pues el tribunal Constitucional ordenó que se crearan los registros, las mesas y los apoderados, a pesar de la negativa del gobierno. Se ordenó también que ambas propuestas tuvieran franjas televisivas gratuitas, a las 23 horas.

El peso de la televisión en la campaña sería muy fuerte. La franja del No superaba en todos los aspectos a la del Sí, en producción, contenido y mensaje. Sergio Fernández, ministro del Interior, admitiría: «Los resultados (de su campaña) fueron lamentables. Al cabo de muy pocos días nadie pudo ignorar la evidente superioridad técnica de la franja del No, mejor construcción argumental, mejores filmaciones, mejor música. Su melodía característica, en torno a la frase "la alegría ya viene", era tan pegajosa, que hasta los creativos responsables de la campaña del Sí la tarareaban inconscientemente».
Pero entre las causas que motivaron a la mayoría a votar No, destaca el hecho de decir que ente las causas de su voto prima la mala situación económica (72%, según encuesta del CEP), más que los derechos humanos (57%), esto herencia del 20% de cesantía que mantuvo el régimen, y la mala distribución del ingreso, lo que explica porqué en medio del auge económico se dieran estos argumentos

El 5 de octubre

El día 5 de octubre votó el 92,1% de la población mayor de 18 años, el máximo récord histórico en la historia del país. También llegaron a Chile cientos de políticos extranjeros veedores, que esperaban comprobar el correcto desarrollo del acto. Después de las primeras votaciones el ambiente empezó a caldearse, los datos entregados por el Ministerio del Interior daban una gran ventaja para el Sí, mientras que en el comando del No, se entregaban cifras muy diferentes. El tercer cómputo, que debía ser definitorio y estaba programado para las 22 horas se retrasaba. Muchos tenían el temor de que se fuera a dar un golpe de estado antes de la entrega de los resultados.
Canal 13 había programado un debate entre Aylwin y Jarpa para las 22 horas, inmediatamente después del resultado para analizar los resultados. Por la demora se retrasó hasta las doce de la noche. Aylwin iba a entregar los resultados del comando del No que le daban la victoria, por lo que Jarpa, sin ningún dato, se contactó con el subsecretario Alberto Cardemil, para solicitar datos. La respuesta del subsecretario fue que de momento iba ganando el No, pero aún faltaba contar los votos de las mujeres de Santiago. Jarpa vio que aun con un apoyo favorable de este último grupo el resultado no cambiaría y admitió en el programa de televisión el triunfo del No.

La prensa se agolpó frente al Palacio de La Moneda para conocer la versión del gobierno a estos datos, cuando llegaba el miembro de la junta Fernando Matthei, quien luego de ser preguntado, declaró que para él «la cosa estaba clara» (era definitivo), era un triunfo del No (su hija Evelyn Matthei le había entregado los resultados). Las palabras de Matthei dieron inmediatamente la vuelta al mundo.
Fernández reconoció la derrota, y dijo que el alto porcentaje obtenido era de cualquier forma motivo de orgullo, a lo que el general de la Fuerza Aérea respondió con un irónico «¿Y por qué no traemos champaña para celebrarlo?». Matthei, en el libro-entrevista «Matthei, Mi testimonio», expresaba que Pinochet no quería abandonar el poder, pasándole a los miembros de la junta un documento en que “le entregábamos todas nuestras atribuciones al general Pinochet, quien podría actuar sin consultar a las respectivas instituciones”. Dice además que él rompió con sus propias manos el acta, “Después de eso, y sin insistir en el acta, el Presidente nos informó que se iría a descansar por unos días fuera de Santiago y se dio por terminada la reunión”.
Sergio Fernández, en “Mi Lucha por la Democracia”, no habla de ninguno de estos hechos, y los negó categóricamente cuando fue interrogado. Pero las versiones no son excluyentes, pues Fernández no estaba cuando se suponía se pasó el acta.


El último año





Al amanecer del 6 de octubre de 1988 no quedaban dudas sobre la victoria de la opción "No" en el plebiscito, y se cumpliría la ruta marcada por la Constitución de 1980. Pinochet llamaría a elecciones democráticas al año siguiente.

Mientras, se discutieron reformas a la constitución. El motivo para el gobierno, es muy difícil de modificar por el alto quórum que tiene para los capítulos más vitales, pero no para el capítulo de reforma a la constitución, lo que podría servir como “válvula de escape”, para que el nuevo gobierno modifique a su gusto la carta. La oposición victoriosa aceptó de buena gana las reformas, pues en ella además se derogaba el artículo 8, que impedía la legalización del comunismo, se empatan civiles y militares en el Consejo de Seguridad Nacional, se disminuye de ocho a seis años el período presidencial, entre otras cosas. Entre los que no querían la reforma estaba Sergio Fernández, quien es despedido del Ministerio del Interior, siendo reemplazado por Carlos Cáceres para que lograse un entendimiento con la oposición, resultando las reformas aprobadas en el plebiscito de 30 de julio de 1989 con un 91,25% de los votos.

Ese mismo año ocurrió la elección presidencial, en la cual la Concertación de Partidos por la Democracia (antes Concertación de Partidos por el No) postuló a Patricio Aylwin. La derecha y gran parte del gobierno se unieron con Hernán Büchi, en una campaña que parecía desarticulada, debido a la sorpresiva bajada del candidato y posterior reaparición. Según se sabe Pinochet no apoyó a Büchi, ya que, algunas fuentes señalan que se sintió con su ministro por haber tomado una carrera política, ya que lo consideraba su hombre de confianza, como a Fernández, sin ambiciones políticas (lo que explica por qué nunca le tuvo gran confianza a Jaime Guzmán, quien se había propuesto metas muy altas).

Aylwin resultó electo presidente con el 55,2% de los votos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario